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Tengo un equipo de gente joven en trabajo virtual, para la mayoría su primer trabajo fue en pandemia.  Veo con preocupación que el estrés ha ido en aumento, no solo por el trabajo en si, sino en las relaciones, hemos hecho actividades sociales por pantalla, pero claramente son insuficientes.

Hay un grupo significativo de jóvenes que en pandemia han pasado por el proceso de tomar su primer trabajo, y en paralelo han dejado la casa familiar para independizarse, arrendando departamento solos o con amigos, más exigido incluso para quienes viniendo de regiones llegaron a trabajar a la capital.

Las interacciones cotidianas que se daban en el trabajo presencial permitían a las personas, lo que en psicología se conoce como aprendizaje vicario (Albert Bandura), el aprendizaje social por observación de cómo lo hacen otros, en este caso como los jefes, los pares u otras figuras en la organización abordan situaciones y resuelven problemas. Interacciones que eran parte de la natural inducción y desarrollo profesional y que en lo virtual se ven reducidas.

En este contexto, las personas pueden empezar a resentir el hecho de no ver a nadie siendo que sus interacciones durante el día son frente a una pantalla. No sólo es un factor de estrés, sino que al mismo tiempo se empiezan a notar la falta de algunas habilidades de relacionamiento que se reflejan en cómo decirse las cosas, cómo plantear los problemas, cómo poner límites e incluso cómo negociar.

Como líderes debemos estar muy alerta a no reducir la relación de trabajo solo a un intercambio transaccional de tareas. Sino que diseñar conscientemente espacios para reforzar los vínculos emocionales en las prácticas de equipo, que den significado a lo que se hace y que también permita aprender a partir de otros significativos, (uno de los principios de la andragogía o aprendizaje de adultos)

 

Carmen Scotto. (25 de julio de 2022). Diario La Segunda, Chile

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