En la empresa estamos partiendo a trabajar en células y con metodologías ágiles. ¿Será que realmente funciona?
La metodología ágil es sólo una parte. Para transformarse en una organización ágil, lo más valioso está en lo que se busca provocar, declarar un propósito ambicioso e instalar una manera de pensar en la organización que es mas experimental y menos de certezas, que integra la diversidad y se enfoca en lo que agrega valor. La manera ágil de mirar descompone problemas complejos en partes y los aborda en módulos que van resolviendo problemas sobre la base de prototipos en una manera incremental y adaptativa.
Pero transformar la forma de trabajar y personas no es tan fácil. ¿Vale la pena el esfuerzo? Darrell Rigby en “Doing Agile Right. Transformation without Chaos” (2020) comparte datos de investigación aplicada que son un contundente sí: organizaciones que se han movido a trabajar con lógica ágil incrementan en 70% su capacidad para manejar cambios de prioridades (cómo las que imponen crisis), mejoran en 65% alineación entre negocios y tecnología, son 60% mas rápidas en respuestas al mercado y aumentan la moral del equipo en 59%.
La clave es el balance, propios de cada empresa, entre un control férreo de las operaciones optimizando la forma de lograr resultados, a la par que desplegar el espacio y el músculo para la innovación. Algunas recomendaciones:
- Mejor empezar con células que vayan progresivamente aprendiendo y replicando las nuevas formas de trabajar, versus la opción de hacer un cambio radical al estilo big band
- Los equipos ágiles estén lo más cerca posible de la realidad de la operación, el riesgo si no, es que generen innovaciones que no son factibles de adaptar y de escalar
- Que el equipo gerencial modele también una forma de trabajar ágil y de liderar en esa línea: más empoderamiento, menos micromanagement y más tiempo enfocado en desplegar esta visión y reforzar esta manera de trabajar.
Carmen Scotto. (20 de Julio de 2020). Diario La Segunda, Chile