Con mi equipo hemos enfrentado bien este período, pero, pasamos en reuniones largas, por ratos queda una sensación de tener el tiempo “secuestrado” y trabajamos de más.
Hacer más eficiente el uso el tiempo y el trabajo, una necesidad de siempre más que vigente en este mix presencial y virtual en que los equipos requieren organizarse con lógica ágil.
¿Para qué estoy yo? es una pregunta que hace la diferencia. Para los líderes, ayuda a organizar el propio trabajo y también la mejor distribución de tareas en el equipo.
Estoy para aquello que agrega valor desde mi rol. Pensar en eso lleva a enfocar qué lo que es importante. Implica que hay cosas que vale la pena que haga yo en mi rol y otras cosas que no, pues agrega más valor que las haga otro rol. Y en la misma línea, pensar la distribución del trabajo con el equipo: ¿dónde aporta más cada rol?
Puesto que logro discriminar qué es lo importante, por tanto, también anticipar lo que necesitamos atender y cómo organizar el trabajo más fluidamente con el equipo.
En la lógica de trabajo ágil, ¿para qué está un líder? Para provocar contextos en los cuáles el equipo pueda conectarse con un propósito común, para dar dirección y facilitar la interconexión entre las personas; y en función de eso facilitar la distribución del trabajo y las coordinaciones que los roles requieran entre sí.
La lógica de estar todos en todas es muy ineficiente, resta más que sumar. Las personas se aburren, se desconectan y se anulan posibilidades de aportar. Es mucho más productiva separar los tiempos en los que agrega valor trabajar juntos -al inicio de un proyecto para lograr un entendimiento común, clarificar prioridades, lo que hará cada uno y coordinaciones; y en las revisiones de avance- de los tiempos para trabajar por separado, en lo cada rol agrega más valor.
Una manera de enfocar el trabajo que ahorra horas de desgaste innecesario. Y gana en eficiencia y satisfacción.
Carmen Scotto. (19 de Octubre de 2020). Diario La Segunda, Chile