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Soy jefe de un grupo que ha estado un poco exaltado a raíz de las diferencias de opinión por las elecciones. Se han provocado divisiones y extensas discusiones, algunos insisten que lo importante es lo que diga la mayoría, otros piensan que lo que importa es la voluntad individual

¿Es lo colectivo la desaparición de lo individual? ¿Tienen que comportarse las personas de acuerdo lo que opine la mayoría?

Ser inteligentes colectivamente no es hacer desaparecer la individualidad, sino integrarla. Aprender a construir desde las diferencias. Y así como es para las organizaciones, es también para la sociedad.

Las personas agrupadas en posiciones mayoritarias tienden a minimizar o suprimir las opiniones diferentes. Pero son esas opiniones diferentes las que en muchos casos contribuyen a ampliar las perspectivas de los problemas y a generar mejores soluciones. De hecho, la innovación está relacionada justamente con los grupos que piensan y actúan diferente.

Si queremos aprender a ser más inteligentes colectivamente un primer paso es aprender a construir desde la intersubjetividad. Hay que salir del paradigma de que la verdad es una sola y el que gana, la tiene. En los equipos, tanto como en las sociedades, la pluralidad es una realidad y un desafío. Que gane una postura, no otorga el derecho a desconocer la de otros.

Cuando en las organizaciones se buscan soluciones a problemas que involucran personas, es necesario incorporar las diferentes opiniones. Porque con esto lograremos crear soluciones más sustentables. Esto es, soluciones que se puedan implementar considerando como estas afectan la realidad de las distintas áreas.

Entender desde la subjetividad no es necesariamente encontrarle la razón al otro. Sino entender el contexto desde el cual crea sus juicios y emite sus opiniones.

Sea cual sea el “ganador”, el equipo -y el país- lo hacemos entre todos.

 

Carmen Scotto. (22 de noviembre de 2021). Diario La Segunda, Chile

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