Veo que en la oficina estamos todos hiperconectados, lo cual muchas veces ayuda, pero también veo que distrae al equipo, cuesta concentrarse en un tema e incluso estar atentos en las reuniones de trabajo.
Que la tecnología puede hacernos menos productivos, es un dato, no solo en la experiencia de los usuarios, también de investigaciones con diversos acentos (desde la productividad, el born out y la salud mental). A quien no le ha pasado que abre el email o toma el celular para hacer algo y termina en otra cosa. O estar trabajando en algún tema que requiere concentración y se siente interrumpido por las notificaciones. O estar en una reunión en que están más atentos a su celular que a la conversación. O tener una reunión virtual mientras trabaja en otra cosa.
Claro que la tecnología no es en si el problema, es cómo la usamos.
Una manera en que la tecnología inhibe la productividad es como fuente de distracción. Estar permanentemente conectado a varias aplicaciones en paralelo, produce un efecto de constante “atención parcial”; lo que, está probado, disminuye la capacidad de reflexionar, responder y planificar: baja la calidad de la tarea y sube el tiempo para completarla. En el mismo sentido, las neurociencias han demostrado que el multitasking no nos hace más productivos, por lo contrario.
La consecuencia de esta constante “atención parcial”, es que provoca la sensación de estar abrumados.
Un estudio del 2017 (Prevenir el sobretrabajo que mata la productividad, Ruderman et al) que amplía sobre el costo psicológico por mal uso de la tecnología, menciona además que puede activar el efecto Zeigarnik: la incapacidad de olvidarse por completo de algo cuando se deja incompleto, lo que mantiene el cerebro “en alerta” y dificulta el descanso necesario para la “recuperación”.
Así pues, hacer detox de tecnología puede ayudar a la productividad.
Carmen Scotto. (28 de marzo de 2022). Diario La Segunda, Chile