Soy jefe de un área con buenos resultados, pero las personas se están sintiendo sobrecargadas, hemos visto que hay muchas cosas que podríamos simplificar, pero no sé bien por dónde partir
Imagine el lector que una persona pide a un grupo de amigos recomendaciones para bajar 5 kg de peso, un objetivo que se ha propuesto por salud. Podría salir una lista de ideas como: ir al nutricionista, inscribirse en el gimnasio, cocinar más sano, no comer dulces, hacer dieta en familia, trotar en grupo, comprar implementos deportivos. Y si bien todas contribuyen al objetivo que su amigo se ha propuesto, en realidad sólo un par de ellas son realmente indispensables para garantizar el resultado: comer mejor y hacer ejercicio.
Llevado al contexto de trabajo, discriminar cuáles son las actividades que son verdaderamente claves, es decir aquellas que si no se realizan no llegamos al objetivo, es un ejercicio de tres pasos.
El primero, olvidarse un momento de las tareas y pensar en cuál es el objetivo que se quiere lograr, como compañía y como área. El segundo paso, preguntarse cómo aporta el rol, cuál es el ámbito de responsabilidades para ese objetivo, por lo que debe velar o hacerse cargo. Y dado ese alcance del rol para el objetivo, el tercer paso es discriminar cuáles son las actividades que son realmente claves, “que si no se hacen no se llega a lo esperado”. Usualmente son entre una y tres por rol, hasta un máximo de cinco. Esta es una secuencia opuesta a la lógica tradicional de enfocar lo que hacer según la “descripción de cargo”.
En este sentido quizá hay muchas tareas que contribuyen al resultado final, pero sólo algunas pocas son realmente indispensables. El valor de pensar en lógica de “áreas de resultado clave” es poder hacer un control a priori de aquellas cosas que más agregan valor, sobre las que enfocar los esfuerzos y alinear a todos más fácilmente en lo que se puede simplificar.
Carmen Scotto. (16 de mayo de 2022). Diario La Segunda, Chile