Tengo un equipo compuesto en su mayoría por millenials. En el último tiempo muchos han mencionado que se sienten poco protagonistas y que les gustaría que las decisiones en el área fueran entre todos. Me asusta que esto nos lleve a cualquier parte.
La participación es un músculo y como tal requiere de ser ejercitado para poder desarrollarse y calibrarse. Ha sido ampliamente estudiado que cuando las personas se sienten protagonistas de lo que hacen, desarrollan mayor empoderamiento y compromiso.
Pero al igual que el músculo, cuando no estamos acostumbrados a ejercerlo, al principio nuestros movimientos pueden ser exagerados. Así muchos grupos quieren pasar de no haber opinado a querer opinar de todo. Lo mismo pasa con los líderes, que pueden caer prisioneros de la creencia de que tratar a los individuos con respeto es darles lo que les gusta. Una forma de clientelismo que no provoca madurez. La participación en la empresa es una acción valiosa sin duda. Muchos millenials están prefiriendo hoy trabajar en empresas menos renombradas, pero donde se sientan más protagonistas.
El desafío para los lideres es aprender a manejarse en la participación. Querer llevar todo a decisión del grupo es confundirse. Incluso las metodologías ágiles fomentan que sea un grupo pequeño, a menudo especializado en el tema, el que elabore los primeros prototipos que luego son discutidos con la jefatura o con grupos ampliados. Todos en todas no es la consigna. Los jefes pueden hacer el ejercicio de escribir cuáles son las condiciones de borde que tienen que ser consideradas en determinados temas. Aclarar el rol que tendrá cada parte, y en qué etapas: opinar, construir prototipos o decidir. Comenzar a hacer el ejercicio permite dilucidar dudas y temores y acercarse a un proceso participativo que provoque madurez, compromiso y empoderamiento.
Carmen Scotto. (12 de Julio de 2021). Diario La Segunda, Chile