Hace pocos días me ocurrió una situación que ha sido muy difícil de manejar; una de las jefas que me reporta fue acusada de maltrato en una denuncia anónima y al enterarse pidió que la persona que hizo la denuncia sea despedida, si no, ella renunciará pues en su condición de mujer se siente discriminada.
Los buenos no son tan buenos ni los malos son tan malos, tal como señalaba el científico chileno Humberto Maturana. Problemas como el maltrato o la falta de comunicación con el equipo no son asignables a la condición de ser hombre o ser mujer, sino a una manera de gestionar y relacionarse, que podrían ocurrirle a cualquier género.
La polarización actual sobre temas sensibles en las que hay diversas visiones, es un fenómeno ampliamente descrito por distintas disciplinas, lo vemos a diario reflejado en las redes sociales, y permea los espacios de interacción social, incluyendo a las organizaciones.
En este sentido es importante separar el fenómeno ideológico, para no quedar preso de razonamientos extremos. ¿Sería la condición de ser mujer en sí una condición donde es imposible recibir alguna crítica? claramente que no. Cuando ocurre esta “victimización”, el tema se hace difícil de manejar en las empresas por lo sensible que resulta socialmente.
La recomendación para abordarlo tiene que ver con entender el problema de fondo y hacerse parte. Separar el problema de la condición de género, nadie es intocable. Dejar claro qué se espera de los líderes, así las acciones deben responder a un código ético y a una manera básica de actuar, tener condiciones mínimas para dialogar con las personas y poder escucharlos son una condición básica para tener un buen clima.
Como declaró la cantante Julieta Venegas en una entrevista reciente “me declaro feminista, pero tengo claro que la manera de mejorar las condiciones de la mujer pasa por incorporar también a los hombres”
Carmen Scotto. (06 de junio de 2022). Diario La Segunda, Chile