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Soy jefe de unidad donde estamos implementando una metodología ágil conocida como OKR,  no ha sido fácil,  porque es muy distinto a controlar actividades

Google y otras grandes compañías utilizan desde hace años un enfoque ágil de gestión de objetivos y resultado clave (OKR por sus siglas en inglés, Objective Key Result). Que está tomado fuerza en muchas organizaciones en el país en los últimos tiempos.

Es un abordaje particularmente útil cuando existen grados de incerteza alrededor de los resultados que se quiere lograr y es una excelente manera de alinear el equipo en torno a lo que se quiere conseguir. Poniendo las tareas que hay que realizar al servicio del logro de los objetivos y no al revés. Parece un juego de palabras, pero no lo es.

En la gestión de proyectos tradicional, se define un plan de actividades paso por paso para llegar a un objetivo y lo que se controla es el avance de las actividades, (más bien lo que se ha hecho hacia atrás). Así, usando la lógica de semáforos, decir verde es que la actividad va en tiempo y rojo, en franco retraso. Muy poderoso cuando se trabaja en proyectos o procesos con actividades claras y secuenciales: por ejemplo, para construir una casa, en que nunca se coloca el techo antes que los pilares o en la implementación de sistemas en que hay una secuencia técnica recomendada.

En los OKR el foco del equipo está en mirar todo el tiempo hacia los objetivos y se controla también con esa visión de futuro: verde es decir vamos bien y sin obstáculos, rojo es decir que hay obstáculos que harán difícil llegar, esos son los que se revisan y la pregunta es sobre cómo todos en conjunto nos enfocamos en destrabar esos obstáculos o replanteamos el camino; y así las actividades pueden ir cambiando a conveniencia del objetivo.  Las actividades no tienen valor en si mismo, sino en tanto, en el progreso, son medulares o no para llegar adónde vamos.

 

Carmen Scotto. (13 de junio de 2022). Diario La Segunda, Chile

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