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Armé un grupo de WhatsApp con mi equipo para estar al tanto sobre temas que nos afectan, estoy sorprendido de la manera en que la gente se trata en forma agresiva ahora en el chat, casi me arrepiento de haberlo creado

Décadas atrás, en una universidad local, un profesor de psicología organizó una campaña en un contexto social de visiones opuestas, donde se ponían una chapa en la solapa que decía “estoy dispuesto a escuchar”, en que los profesionales buscaban a apoyar el entendimiento entre las personas.

La necesidad sigue existiendo.

En el contexto global, The Economist -solo por citar una de muchas fuentes- escribe con preocupación sobre la tendencia a la polarización de las sociedades y los países, que está llevando a actitudes proteccionistas de los gobiernos. Lo que acentúa que finalmente podemos terminar conversando solo con quienes piensan igual a nosotros.

Más cerca, en el metro cuadrado de las interacciones en redes sociales, estamos ciber-conectados con muchos y a la vez las mismas redes sociales han jugado un rol en la exacerbación de las polarizaciones y en la disminución de la capacidad de discrepar y discutir de manera profunda y constructiva. Varios especialistas han comentado sobre el deterioro en el uso del lenguaje, al mermar la capacidad de usar palabras para expresar lo que sienten y sustituirlo por imágenes. Sin duda es un desafío.

Crear un espacio laboral de escucha requiere algunas reglas básicas. Una buena manera de sacarle partido a una red en el trabajo (whatsapp y u otra), es acordar normas claras sobre el respeto a la participación y los límites. Y a la vez ejercer un liderazgo que sea un ejemplo y que vele porque esto se cumpla involucrando al propio grupo.

De esta manera, aunque sea lentamente estaremos poniendo un grano arena en recuperar nuestra capacidad de conversar y estar más “dispuestos a escuchar”

 

 

Carmen Scotto. (20 de junio de 2022). Diario La Segunda, Chile

 

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