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Estoy a cargo de un área de la empresa que está viviendo fuertes cambios por lo que pedí ayuda al área de Gestión de Personas Y si bien me he sentido apoyado, por ratos también muy exigido cuando me piden que sea modelo de algo que en realidad nunca aprendí a hacer

Hoy más que nunca las organizaciones enfrentan desafíos que implican no sólo una lógica técnica, sino al mismo tiempo de movilizar a personas.

La transformación digital, la mejora continua, el viaje del cliente y muchas otras iniciativas que las organizaciones están emprendiendo, requieren gestionar procesos de cambio. Gerentes de línea que son fuertes en dirigir con enfoque técnico, ahora se ven enfrentados a contener la incertidumbre, mostrar una dirección que de tranquilidad a la par que abrir espacios para que los equipos hablen de lo que les pasa, entregar feedback y provocar conexión. En fin, desafíos que requieren habilidades del lado más “blando”.

Esto es una gran oportunidad para Gestión de Personas y a la vez implica una trampa, que vemos en la práctica: algunos gerentes de Personas tienden a ejercer su rol con un acento “moral”, buscando ser una especie de conciencia de las gerencias de línea, señalando cómo estos deberían ser un modelo y actuar de manera consistente. Y aun teniendo razón, por ratos olvidan que muchas de estas cosas son nuevas para ellos y están aprendiendo cómo hacerlo.

Mas que convertirse en un Pepe Grillo incómodo, hemos visto que es mucho mejor cuando el área de Personas, en lugar de ponerse al frente, se pone al lado del líder en el viaje de desarrollar aquellas nuevas habilidades que necesita para enfrentar el cambio.

De esta manera estará siendo un socio estratégico y un verdadero apoyo en acompañar al ser humano detrás del rol de gerente de línea, a desafiar sus espacios conocidos y avanzar paso a paso en los aprendizajes que necesita para ser un mejor líder de sus equipos.

 

 

Carmen Scotto. (22 de agosto de 2022). Diario La Segunda, Chile

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